Cuando en 1825 fue Bolívar a Bolivia, mandaba la guarnición
de Potosí el coronel don Nicolás Medina, que era un llanero de
la pampa venezolana, de gigantesca estatura y tan valiente como el Cid Campeador,
pero en punto a ilustración era un semi salvaje, un bestia, al que habia
que amarrar para afeitarlo.
Deber oficial era para nuestro coronel, dirigir algunas
palabras de bienvenida al Libertador, y un tinterillo de Potosi se encargo de
sacar de atrenzos a la autoridad escribiendole la siguiente arenga: " Excelentisimo
Señor: hoy, al dar a V.E. la bienvenida, pido a la divina Providencia
que lo colme de favores para prosperidad de la Independencia Americana. He dicho".
Todavía estaba en su apogeo, sobre todo en el Alto Perú, el anagrama:
"Omnis libravo", formado con las letras de Simón Bolivar. Pronto
llegarían los tiempos en que sería más popular este pasquín:
Si a Bolívar la letra con que empieza
Y aquella con que acaba le quitamos,
De la Paz con la Oliva nos quedamos.
Eso quiere decir, que de ese pieza,
La cabeza y los pies cortar debemos
Si una Paz perdurable apetecemos.
Una semana pasó Medina fatigando con el estudio de la arenga la memoria
que, como se verá, era en él bastante flaca.
En el pueblecito de Yocoya, a poco mas de una legua de Potosí, hizo Medina
que la tropa que lo acompañaba presentase las armas y, deteniendo su
caballo, delante del Libertador, dijo después de saludar militarmente:
--Excelentísimo Señor. .. (gran pausa), ExceIentísimo Señor
Libertador. . . (más larga pausa).. --y dándose una palmada en
la frente, exclamó: !Carajo!... Yo no sirvo para estas palanganadas,
sino para meter lanza y sablear gente. Esta mañana me sabía la
arenga como agua, y ahora no me acuerdo ni de una puñetera palabrita.
Me cago en el muy cojudo que me la escribió.
--Déjelo, coronel--le contestó Bolívar sonriendo--, yo
sé, desde Carabobo y Boyacá, que usted no es más que un
hombre de hechos, y de hechos gloriosos.
---Pero eso no impide, general, que yo reniegue de esta memoria tan jodida que
Dios me ha dado.