Los pensamientos puros

Washington Delgado

Señor rentista, señor funcionario.
señor terrateniente,
señor cornel de artillería,
el hombre es inmortal:
vosotros sois mortales.
Es curioso cómo la podredumbre
se adelanta a veces al cadáver.
Soportad vuestro olor, mostradlo
si queréis, poquito a poco.
Pero no habléis.
Señores enseñad el trasero
pero no lloréis nunca;
cierta decencia es necesaria
aun entre las bestias.
Pensad en el cielo, también,
en las alas blancas
y en la música de las arpas
dulcemente tocadas
por vuestras dulces manos.
Pensad en vustros libros de lectura, en las viudas
tísicas y abandonadas que ayudaréis con una
trompeta de oro...
Pensad en vuestros billetes, en los veranos junto al mar; en la mucama rubia, en el amante moreno, en los pobres que besaréis en la otra vida, en las distancias terrestre, en los cielos de almíbar.
Pensad en todo,
vuestros días sobre la tierra no serán numerosos.