Clitemnestra, infiel

Rocío Silva Santisteban

Con cuál de tus manos mancillaste los oscuros designios de la Moira
echada sobre cuatro candados inaugurando un nuevo linaje
olvidas regar con linaza y afrecho el camino empedrado
el camino hacia el último baño.
Una perra huyendo de sus crías será maldita hasta por dos mil años
pero tú supiste elevar tu arma sobre el oráculo de Loxias
e inmortalizar la triste historia de las mujeres dignas y sus amantes.
Quién se encargará de pintarrajear la tumba de tu hija,
quién lavará las flores que crecen bajo sus pies,
todos tuyos y somos ignorantes de tu ira
de la cólera impotente de comer con las entrañas guisos violentos.
Dulce será el sendero empolvado del incienso,
la modorra con que juzgan a los héroes
dulce la niña que mojó tus piernas de lágrimas sangradas
sin saber ella misma del hacha sobre el cuello
de las gotas negras que azotan los vientos de Estrimón.
Ni los dioses saben de este dolor de hembra
el grito que calla en la propia boca
el temor de las murallas ante el eco de la propia voz:
está vengada la muerte de dos niños con la de este hombre.
Tira la daga inmunda y regocíjate
hiciste bien mujer, hiciste bien.